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SUPERSTICIONES Y AGÜEROS COLOMBIANOS.


Bogotá, El Ancora Editores, 1989. 310 págs. ISBN: 958-9012-42-0 Cuatro ediciones hasta el año 2000.Supersticiones y agüeros colombianos. Nueva edición: Bogotá, Editorial Alfaguara, Colección Punto de Lectura, 2005, Editorial Nomos S.A. 2005. ISBN: 958-704-323-5 367 págs.

CONTENIDO

Prefacio…………………………………………………………......13 Introducción……………………………………………………… 19

1. Concepto sobre las supersticiones, Agüeros y presagios………….......................................................19

2. Las supersticiones y agüeros en la historia de los pueblos…………….......................................................23

3. Tipología de las supersticiones……………………….27

I. Las supersticiones indígenas, españolas y africanas

.................................................................………………..33

1. Supersticiones y agüeros del mundo indígena…33

2. Los presagios indígenas sobre la llegada de los españoles…………......................................................46

3. Las supersticiones y agüeros del mundo español..

…………................……….............................................51

4. Las supersticiones y agüeros en el mundo

colonial hispánico.………..........................................70

5. Creencias y supersticiones de los esclavos africanos.……………...................................................78

II. Supersticiones y agüeros en la familia……………...87

1. Supersticiones y agüeros en el ciclo de la vida……………………...................................................87

2. Supersticiones y agüeros sobre las comidas y bebidas…….............................................................110

3. Supersticiones y agüeros sobre la casa, los

elementos del hogar y el vestuario……………….....115

III. Supersticiones y agüeros sobre la salud y la

muerte…….......................................................………125

1. Supersticiones sobre el cuerpo humano……… 125

2. Supersticiones y agüeros sobre las

enfermedades y la medicina popular………………139

IV. Supersticiones y agüeros sobre la muerte……..156

V. Supersticiones y agüeros sobre los animales y las

plantas……............................................................... 179

1. Supersticiones sobre los animales……………… 179

2. Supersticiones sobre las plantas………………… 209

VI. Supersticiones y agüeros sobre la luna, los astros,

las siembras y las cosechas……………………………….219

1. Supersticiones sobre la luna……………………….219

2. Los fenómenos astronómicos y meteorológicos…

........……………………...............................................225

3. Las siembras y las cosechas………………………..232

VII. Supersticiones y agüeros sobre las fiestas, los

días y los números…………………………………………..237

1. Los agüeros en las fiestas Colombianas……… 237

2. El santoral……………………………………………… 255

3. Los números, los días y los meses……………… 268

VIII. Supersticiones sobre los sueños, la suerte y

las adivinaciones…………………………………………….277

1. Agüeros sobre los sueños…...………………….....277

2. Agüeros sobre la buena y la mala suerte…….282

3. Supersticiones y agüeros sobre las

adivinaciones………………....................................300

4. Reflexiones finales……………………………………305

ANEXO

Cartomancia. El arte de echar las cartas…………..309

Bibliografía General……………………………………….343

Índice temático………………………………………………349

INTRODUCCIÓN

  • Concepto sobre las supersticiones, agüeros y presagios


En el estudio de las mentalidades colectivas y de la vida cotidiana, los historiadores de las ideas, psicólogos sociales, antropólogos, folclorólogos, historiadores sociales, historiadores de las religiones y demás científicos interesados en el análisis de las mentalidades religiosas se han preocupado por las supersticiones, agüeros y presagios, creencias que el pueblo mantiene con fuerza emocional y que se respetan y se cumplen. Ellas se encuentran no solamente en el mundo rural, sino que aparecen en diversos sectores de la sociedad y son parte integrante de la estructura mental de los pueblos desde épocas antiguas. Se ha dicho – y con razón- que el hombre es un animal supersticioso.


Los estudiosos de las mentalidades colectivas están convencidos de que las supersticiones, agüeros y presagios se hallan hondamente arraigados en los procesos mentales inconscientes del ser humano. En ellos se manifiestan las actitudes primitivas ante la realidad circundante, que generalmente se expresan en el animismo y en la magia. El hombre primitivo no consigue formular una correcta distinción entre lo natural y lo sobrenatural y generalmente personifica todas las cosas que hay en el cosmos. Eso zonifica todas las cosas que hay en el cosmos. Esto –dice Frazer en La rama dorada – le lleva a afirmar sus propias creencias, supersticiones y agüeros como único medio de explicación de lo que no conoce. Cuando el hombre no puede explicarse los fenómenos naturales, expresa curiosidad y ansiedad por lo que no alcanza a conocer y en forma primitiva piensa que no alcanza a conocer y en forma primitiva piensa que existe un poder o poderes externos que le señalan la explicación de lo desconocido. De ahí surgen las creencias y supersticiones, que señalan las actitudes de compromiso de las gentes ante determinados hechos concretos que se consideran signos de una aceptación verdadera. Las creencias y supersticiones crean una actitud mental que sirve de base a la acción voluntaria y lleva a los individuos a una actuación enérgica. No importa tanto la imagen externa que se percibe, sino la convicción de la veracidad de determinados hechos concretos.


Las supersticiones populares tienen la característica de que son creencias con fondo emocional. En ellas se manifiestan las actitudes primitivas ante la realidad del mundo circundante y en aspectos en los cuales interviene el animismo o la magia. La palabra superstición viene del latín superstare o superstes, que significa “sobrevivir” o “durar más que”, o también, demasiado vicio en las creencias y en las prácticas. En algunos textos romanos la palabra superstitio, significa la religión intensamente vivida (La Eneida de Virgilio). Los romanos consideraban que las supersticiones no encajaban dentro de la religión romana, por lo cual para ellos el cristianismo era una “superstitio prave et inmódica”. En general ha significado “exageración” del espíritu religioso; por ello, se dice que una persona con demasiada exageración religiosa puede pasar a la superstición.

Las supersticiones están relacionadas con la demasiada credulidad de las gentes y su afán por asegurar el favor divino; permanecen a través del tiempo y, en su mayor parte, sin creencias que superviven a la religión. La superstición toma una postura que deforma lo religioso, pues con una pasión enfermiza, el supersticioso busca el remedio para todos sus males en los dioses, los muertos y las fuerzas ocultas.


Las creencias y supersticiones son muy numerosas y cambian de región a región con gran variedad; sin embargo, muchas son comunes y tienen la característica de que se transiten de generación en generación. En nuestra América mestiza, un estudio sobre las supersticiones debe buscar sus orígenes remotos en las creencias indígenas, europeas y africanas, y analizar las formas como han sido aprehendidas y adaptadas a las propias realidades americanas. Las supersticiones son definidas como creencias de tipo mágico o animista que refleja una fuerza emocional que afecta los sentimientos, actitudes y conducta de los hombres. Tenemos en cuenta que sobre determinadas cosas algunas personas dan valoración y fe excesiva y desmedida, que se convierten en supersticiones que se creen y se aceptan como algo que va a ocurrir.

Las supersticiones se convierten en agüeros o presagios cuando anuncian lo que va a suceder en el futuro por adivinación, suposición o revelación, Agüero, palabra que viene del latín augurium, significa presagio o señal de una cosa futura. Los agüeros o presagios previenen y anuncian sucesos favorables o desfavorables para la vida de los individuos y de los pueblos; son adivinaciones o conocimientos de las cosas futuras por las señales que se han visto, o por movimiento interior del ánimo que las previene.


Desde muy antiguo los hombres han recurrido a la adivinación y a los presagios; asimismo, actualmente diversos pueblos del mundo los utilizan en su vida cotidiana: los ewes del occidente de África creen que es un augurio favorable si el huevo que escupen y tiran al techo no se rompe; los mongoles y siberianos interpretan como buenos o malos augurios las formas de las rajaduras de los omoplatos de reno u oveja. Los esquimales, relata Robert H. Lowie en su antropología cultural, diagnostican las posibilidades de mejoría de un enfermo ciñéndole la cabeza con una cuerda a la que se fija un palo de modo que si el hombre fácilmente puede levantar la cabeza, todo irá bien, pero en caso contrario, los presagios son desfavorables. En el sur de África, como en la antigua India, utilizan los dados, interpretándose las combinaciones que forman al caer al suelo de acuerdo con muy complicadas reglas. Los hawaianos leían el porvenir en las entrañas de los cerdos sacrificados; en la Antigüedad, los caldeos-babilonios sacrificaban diversos animales como el burro, el caballo, el buey, el carnero, el perro y el león para vaticinar el porvenir. Los griegos tenían agüeros favorables con las águilas y los mochuelos.


Las supersticiones, agüeros y presagios son contrarios a todo tipo de fe religiosa y no se pueden entender por medio de la razón. En ellos funciona principalmente el convencimiento de la fe del carbonero y la tradición que los trasmite de generación en generación, y por ello son una respuesta de los hombres a fenómenos espirituales y materiales desconocidos. Es posible que las supersticiones, que son anónimas, hayan sido inventadas por casualidad; por ejemplo, el éxito de una expedición militar que se produjo cuando un águila cruzó por el camino, por lo cual se dijo que esta ave es buena suerte; o el mal resultado que tuvo otra expedición cuando un gato negro pasó cerca, por lo cual este animal se convirtió con el tiempo en símbolo de la mala suerte.


En la historia se recuerda el caso de la superstición de la mala suerte si se pasa por debajo de una escalera; ésta se relaciona con la costumbre medieval europea de colgar a los sentenciados a morir en la horca de una escalera, por lo cual pasar debajo de ésta se convirtió en signo de infamia y de terror.


  1. Las supersticiones y agüeros en la historia de los pueblos


Algunos historiadores de las mentalidades y psicólogos sociales dicen que las supersticiones son complejos mentales que vienen desde la más remota antigüedad de los hombres y que son transmitidas y fijadas por herencia en los estratos más profundos de la psique. Goethe decía que en el cerebro del hombre hay una celdilla en donde se aloja el ideal religioso, y que cuando éste desaparece es sustituido por una superstición.


Algunos pueblos de la Antigüedad sacaban presagios del canto y del vuelo de algunas aves y animales diversos, así como de fenómenos meteorológicos. Los persas consideraban sagradas a las aves domésticas y las utilizaban para ahuyentar la oscuridad y los demonios, creían que los gallos eran criaturas solares y que las serpientes eran la expresión de la Madre Tierra, una divinidad telúrica; cuando sus adoradores fueron vencidos por los indoeuropeos de religión celeste, la serpiente quedó desacralizada y relacionada con el principio del mal. Fueron los grandes maestros de la adivinación que tanto se propagó en los pueblos asiáticos, principalmente en Asia Menor, pasando después a Cartago y Europa. Los gobernantes griegos y romanos acudían a las pitonisas y sacerdotisas de Apolo para que dieran oráculos o augurios sentadas en trípode en el templo de Delfos. Los romanos no acometían empresa importante sin haber antes augurios de todas clases, los cuales eran muy tenidos en cuenta.


En la Edad Media europea existían numerosas creencias y supersticiones que eran la expresión de un mundo teocéntrico en donde, al lado de Dios, la Iglesia y los monarcas, existían también las brujas los demonios y las hadas, y en donde la magia era un especial componente de la medicina. En España las supersticiones fueron muy generalizadas y se intensificaban en las épocas de angustias, guerra, hambres y peste. La ciudad de Toledo era la de más creencias en la medicina natural de los árabes y los judíos, las ciencias ocultas y la nigromancia.


En el siglo XVI los protestantes condenaron las supersticiones papistas de los católicos en una época en que también la Iglesia y el estado español establecieron la Inquisición contra las herejías y las supercherías. En el siglo XVIII los racionalistas de la Ilustración lucharon con denuedo contra la superstición y las creencias populares y afirmaron la vigencia de la diosa “Razón”. Sin embargo, algunos monarcas, aristócratas e inclusive escritores y artistas fueron muy supersticiosos. Federico de Prusia consideraba que era un presagio de desgracia encontrar en la mesa del comedor la distribución de los tenedores y lo cuchillos en forma de cruz; Luis XI de Francia utilizaba constantemente diversos amuletos, y numerosos nobles de las cortes europeas frecuentaban las casas de gitanas para hacerse leer las cartas.


En el mundo contemporáneo, varios jefes de Estado han practicado las adivinaciones, agüeros y supersticiones para realizar algunos actos de gobierno, viajes especiales, ceremonias, etc. Se recuerdan las constantes consultas de Adolfo Hitler a los adivinos y agoreros para realizar determinados actos o decidir determinaciones de alcance mundial. En la misma forma. Algunos sultanes del Cercano Oriente y jefes de Estado de Europa y América, a través de sus esposas o primeros ministros, han acostumbrado a consultar a los adivinos y agoreros que son su confianza y que interpretan los presagios y anuncios para la toma de decisiones. En Ghana, estado de África occidental miembro de Conmmonwealth, la Constitución Nacional de 1955 consideraba como infractor de la ley a aquel que maneje, invoque o haga cualquier otro uso de un fetiche, o realice cualquier otro tipo de invocación o conjuro.


En la India los astrólogos tienen mucha importancia en la sociedad. Ellos hacen interpretaciones para diversos actos de la vida cotidiana, y entre ellos para contraer matrimonio. Con frecuencia busca el consejo de las estrellas.


Algunos escritores tuvieron supersticiones y creencias para atraer la inspiración. Se cuenta que Petrarca, el poeta y erudito italiano, cuando escribía utilizaba vestidos de cuero cubiertos de signos extraños para atraer la inspiración y reavivar la memoria. El escritor alemán Federico Schiller componía sus dramas y poesías líricas manteniendo los pies sobre un bloque de hielo para motivar la inspiración. Chateaubriand lo hacía con los pies desnudos en el suelo y Bossuet se encerraba en una habitación fría y se envolvía la cabeza con paños calientes. El escritor Alfredo de Musset, uno de los principales representantes del romanticismo francés, tenía una superstición de desgracia cuando veía anguilas; Luis Caraccioli cuando pasaba un ratón bajo sus pies, y el duque de Epernon cuando veía un conejo.


Las supersticiones se fueron generalizando tanto que se proyectaron a las creencias emocionales de los individuos. Numerosas personas escriben con un determinado lápiz, bolígrafo o estilógrafo para que les vaya bien en su actividad; tienen sus propios números para la suerte, colores especiales, joyas, objetos, días propicios para la buena o la mala fortuna, letras de alfabeto y señales determinadas que las señalan presagios o augurios. El horóscopo se ha generalizado en el mundo y hace parte cotidiana de la vida de muchos individuos que lo leen en periódicos y revistas, que diaria, semanal, quincenal o mensualmente lo ofrecen a sus lectores. Ya se han convertido en tono de vida las noticias periodísticas sobre los días aciagos como el martes trece, los años bisiestos, la noche de brujas llamada ahora <<noche de los niños>>, las supersticiones de año nuevo, la noche de San Juan, el día de difuntos y muchas otras.

Las supersticiones y agüeros se transmiten por tradición como elementos aislados. Algunos son buenos y otros malos de acuerdo con las creencias de las gentes, y sus influencias se refleja en la buena o la mala suerte y en las actitudes y acciones de las personas. Romper los espejos, derramar la sal o aceite, quemar la leche, hacer el mal de ojo, tocar madera, acostumbrar las herraduras y las matas de sábila, utilizar talismanes y hacer los hechizos; se convierten en agüeros muy utilizados. Asimismo, existen supersticiones y agüeros para las bobadas, los bautizos, las enfermedades, la brujería, el velorio y entierro de los muertos y otros días especiales del ciclo vital. La superstición, por otra parte, llega en épocas de crisis, de angustias y de miedo, cuando la fe religiosa se ha marchitado y no ofrece soluciones espirituales y materiales a los hombres.


  1. Tipología de las supersticiones


Las supersticiones se pueden clasificar en adivinatorias, inaugurales, preventivas, reintegrativas, personales y medicinales. Otras tienen que ver con amuletos, imágenes y conjuros.

Las supersticiones adivinatorias o agoreras son aquellas que predicen el futuro o descubren cosas ocultas por medio de agüeros o sortilegios. En las creencias populares, cuando una lechuza pasa volando por encima de una casa es señal de que alguien fallecerá allí en poco tiempo, y cuando se rompe un espejo es señal de que algo pasará en la familia o de que habrá desgracia durante siete años.


Asimismo, que habrá desgracia durante siete años. Asimismo, se tiene en cuenta las adivinaciones de la suerte por medio del naipe, el tarot, el cigarrillo, el café u otros. Algunos pueblos indígenas americanos como los aztecas, incas y chibchas adivinaron la venida de los españoles teniendo en cuenta algunos presagios. Diez años antes de la conquista española, los aztecas observaron una espiga de fuego que fue un signo de mal augurio por la venida de seres extraños¸ también fue presagio adivinatorio la quema del templo de Huitzilopochtli, el cual ardió por acción espontánea. Entre los indios chibchas de la altiplanicie cundiboyacense, el profeta Goranchacha hijo del sol, predijo la venida de seres extraños que arrasarían a las gentes muiscas.


Las supersticiones inaugurales son aquellas que se hacen antes de emprender una empresa individual, familiar antes de emprender una empresa individual, familiar o nacional. Inaugural es una palabra que viene del latín in-augurium, que significa <<observar los agüeros>>. Los romanos no emprendían ninguna empresa guerrera ni de ningún otro tipo sin tener asegurado el éxito mediante un augurio favorable. Los pueblos antiguos consultaban a los augures, quienes para dar una respuesta favorable o desfavorable consultaban los rayos y truenos, el vuelo de los pájaros, los movimientos y actitudes de los cuadúpedos y reptiles y diversos signos e incidencias que ocurrían durante la consulta augural. Generalmente la auguración se hacía por adivinación en el vuelo y el canto de las aves.


Las supersticiones preventivas son aquellas que previenen y disponen con anticipación las cosas necesarias para un fin. Advierten sobre lo que puede ocurrir, por lo cual se señala lo que se debe hacer con anticipación para que no suceda. Por ejemplo, derramar la sal presagia desgracia en la familia, y esta desgracia se evita recogiendo la sal y arrojándola hacia atrás por el hombre izquierdo. Cuando se ve a un epiléptico es señal de mala suerte y para evitarla, se debe escupir en un bolsillo del vestido. En España existe la superstición de que si se agrava un enfermo residente en una casa por donde ha pasado un entierro, el culpable es el espíritu del difunto; para contrarrestarlo se debe llevar al enfermo al cementerio con el objeto de librarlo del efecto supersticioso. De acuerdo con las creencias colombianas, no se puede cultivar hortensias en las casas en donde hay muchachas casaderas, pues éstas no se casarán; en la costa Atlántica creen que no se debe quemar la leche en el fogón, porque se secarían las ubres del animal ordeñado.

Las supersticiones reintegrativas son aquellas que restituyen o satisfacen íntegramente una cosa. Por ejemplo, la `persona que es herida por un rayo adquiere poderes mágicos. La mata de sábila localizada en un lugar estratégico en los negocios es símbolo de buena suerte y de un gran poder para atraer dinero.


Asimismo, le herradura es augurio de buena suerte cuando se encuentra en el camino. El caballo es símbolo y vehículo de fuerza; un corte de cabello es causa de debilitamiento de la fuerza vital y anuncio de posible muerte.


Las supersticiones personales son aquellas que adoptan los individuos para ellos mismo, y no son generales para toda la sociedad. El número de cada persona, colores propios, días especiales, objetos o lugares de buena suerte, etc.


Las supersticiones auspiciadoras son aquellas que auspician hechos favorables o desfavorables para las personas que los practican. Por ejemplo, estrenar algo el día del año nuevo es signo de buena suerte; arrojar tierra de cementerio frente a una casa hará daño a sus moradores, lo mismo que ocurre cuando se arroja un gato negro dentro de ella.


Las supersticiones medicinales son aquellas que curan las enfermedades con determinadas palabras u oraciones. En los Llanos colombo-venezolanos, los ganaderos acostumbran rezar para que los gusanos de las reses se eliminen en poco tiempo, lo que se llama <<rezar el ganado>>


También existen los cultos supersticiosos, que son aquellos que se rinden a personas a quienes se atribuye en vida facultades religiosas o curativas. Un caso especial en Venezuela y Colombia es la devoción al médico José Gregorio Hernández. En Bogotá señalamos los cultos supersticiosos ante la estatua de Leo Kopp, uno de los fundadores de una gran empresa cervecera de Colombia; el culto al líder sindical José Raquel Mercado, bautizado por las gentes con el nombre de San Empleo; asimismo, el culto supersticioso ante la tumba del general Gustavo rojas Pinilla y ante la viejita Salomé. Las gentes desfilan día tras día, y principalmente los lunes, para pedirles empleo y solución a sus múltiples problemas.


Los amuletos y talismanes son los objetos portátiles que se pueden llevar fácilmente y a los cuales se les atribuye virtudes naturales. El talismán es un objeto dotado e poder sobrenatural pero, a diferencia del amuleto, tiene la finalidad de proteger activamente contra determinado daño, será éste por enfermedad, <<mal de ojo>> o maleficio de algún brujo. Existen numerosos amuletos y talismanes. En Europa los más comunes son el trébol de cuatro hojas, la cuerda del ahorcado, la herradura de la suerte, los corales, los ajos, el ámbar, el anís, el falo, el cunus femenino, reproducciones metálicas de cabezas de serpientes y de otros animales. Los musulmanes acostumbran a llevar talismanes de pequeñas manos metálicas de Fátima, los judíos objetos metálicos cubiertos de signos cabalísticos. En Colombia los niños llevan corales y azabaches como amuletos para prevenir el <<mal de ojo>>. Los amuletos y talismanes para las prácticas supersticiosas son medios dinámicos que preservan contra los influjos malignos. Tenemos en cuenta también las imágenes de los dioses, representadas en estatus dotadas de sensibilidad y llenas de espíritu. Nerón tenía como imagen una estatua que le precedía las conspiraciones; la llevaba consigo y le ofrecía sacrificios.


Los conjuros, ensalmos y oraciones son aquellas palabras o invocaciones supersticiosas con las cuales las gentes creen que hacen sus prodigios los magos o hechiceros. Existen numerosos conjuros y oraciones para <<rezar el ganador>>; oración al ánima sola; oración a san Dimas, el <<Buen Ladrón>>, para recuperar los objetos perdidos; oraciones a santa Helena, santa Rita de casia, san Benito, san José, las ánimas del purgatorio, al Arcángel san Rafael, al ángel de la guarda y otros.


Las supersticiones y agüeros populares son creencias colectivas que se convierten en patrimonio de los pueblos. Ellas hacen parte del folclor de las creencias y supersticiones populares y llenan todas las condiciones de la folclorización: Son anónimas porque no tienen autor conocido y su origen se remonta a tiempos muy antiguos; son colectivas por que las supersticiones y creencias son comunes a la colectividad que la usufructúa; son funcionales porque ejercen una función en la sociedad que las posee y disfruta; son tradicionales porque se transmiten y perduran como supervivencias del pasado, manifestando continuidad y permanencia.

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